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La estructura de la economía del Paraguay, desde hace más de 3 décadas, está sustentada en tres sectores; la agricultura, la industria y la ganadería, el Producto Interno Bruto (PIB), posiciona a la Agricultura en el primer lugar con el 18,7%, seguido por la Industria con 10,6% y en tercer lugar la Ganadería con 5,4%. En la estructura del PIB por cadenas el Agronegocios ocupa el 41%, de esta la cadena agrícola lleva el 28,9%, la de la carne 10,1% y la foresto industrial 10,1%, todos estos dependientes entre si y altamente sensibles al cambio del clima, tanto en la producción como en la exportación.
La Agricultura ha evolucionado en las últimas décadas, sin embargo, las prácticas anteriores han causado graves efectos al medioambiente, como la deforestación de extensos bosques para cultivos, con las consabidas consecuencias en la destrucción de suelo debido a la erosión, pérdida de biodiversidad y la alteración del ciclo del agua entre otros efectos. El cambio climático, la variabilidad climática y sus efectos en las ya periódicas situaciones de emergencias provocados por los desequilibrios causados al medioambiente, además, de repercutir en las personas, impacta en la economía del Paraguay altamente dependiente del clima en la producción y exportación.
Los fenómenos cíclicos impactan directamente en el comportamiento del PIB, en el año 1982-1983 ante la presencia del fenómeno El Niño de intensidad fuerte, el PIB decreció -1% comparado al PIB del año 1981 que fue +8.7%. En 1987 este mismo fenómeno de carácter moderado hace descender el PIB a 0%, siendo que en el año 1985 era de 4%.
Lo que pretendemos con la implementación de este programa de maestría en gestión de riesgo y adaptación al cambio climático con énfasis en investigación es abordar el estudio y el entendimiento de los cambios que genera la variabilidad climática, su impacto en el sistema económico y social.
Las sociedades que buscan un desarrollo sostenible se caracterizan por ser resistentes, responder organizadamente, adaptarse y recuperarse más eficientemente ante los efectos de los cambios del clima y los efectos de un desastre. Incorporar la gestión de riesgos en los procesos de planificación, tanto sectoriales como territoriales, permite que países con políticas públicas orientadas al crecimiento económico y desarrollo social tengan mejores oportunidades de éxito que aquellos que no las consideran.
